Desde la carretera se veía por el lado derecho, en lo más alto, una urbanización pequeñita que contenía unas pocas casas esparcidas estratégicamente en el suelo de la montaña, juntas formaban un conjunto perfectamente solitario en el entorno maravilloso en el cual se encontraban, quedaban en pendiente a la vez ocupando los escalones llanos que había entre ellas.
En ese entramado de bosque se encontraba la casa ocasión del delirio más estrepitoso, el acceso a ella era dificil y variado, tan pronto se descubría terreno asfaltado como pedregoso y embarrado, siempre cuesta arriba el camino, encerrado en un vehículo, se estrechaba y subía frenético cada vez con más trabajo y no solo eso se producían en la subida pequeñas bifurcaciones que iban a dar a pequeñas aldeas pobladas de vacas y que desvían al conductor de su objetivo si no se mantiene alerta, una vez arriba todavía queda una terrible cuesta que subir que desemboca en un bosque de hayas allí hundida entre las otras casas se encontraba la nuestra objeto de tanta desesperanza.
En ese lugar se podía vivir aislado casi por completo, atento siempre a las inclemencias del tiempo, caminar por esa zona habitada es dificil por el estado del suelo y lo empinado que está pero se alcanza andando hacia arriba la cima del bosque desde donde se extiende a lo lejos toda la bahía en medio de bestias y eucaliptos y hayas, esa era toda la salida desde allí y podía contemplarse también hacia abajo todo el trayecto de la subida y extensiones enormes de prados con diminutas casas a lo lejos.
Una persona sola allí se ocupa fundamentalmente de la provisión de víveres y combustible para calentarse, además de las demás cosas en que ocupa su tiempo, nuestro personaje leía y leía y de vez en cuando bajaba de la montaña en dirección al mar acompañado de su perro, pero sobre todo leía y leía para si mismo y también en voz alta al fin y al cabo allí nadie le escuchaba. Poco a poco empezaron las cosas a cambiar de aspecto, y la persona tranquila y paciente que era empezó a soliviantarse, empezaron a ocurrir cosas extrañas en la casa, como cortes de luz poco habituales, reflejos también luminosos en los muebles empezó a observar que las cosas se movían sin que ninguna de sus acciones lo ocasionara, después de inútiles averiguaciones, y de un incendio de la maleza que estaba seca y alrededor de la casa , llegó un momento en el que deseó huir y así lo hizo dispuesto a dar parte a las autoridades de esos sucesos sin fundamento que acontecían en su casa, montó en el coche y descendió angustiado, pero cual no fue su sorpresa que sus piernas tampoco le respondían conduciendo su vehículo, porque en su interior ocurría lo mismo que en la casa, entonces…. Ya no era cosa de la casa, desaforado corrió a visitar a sus hermanos y una vez parado le salió al paso una patrulla, y le preguntaron ¿pasa algo? No nada, contestó azarado, y si que pasaba su intermitente de repente había enloquecido, así, se apresuró a salir de allí, era buen conductor podía pasar toda la noche vagando en su automovil totalmente fuera de peligro, y se encaminó hacia la casa familiar llamó y cosa también muy extraña no había nadie, estaban de celebración , acongojado porque con nadie podía hablar de lo sucedido los últimos días, recurrió a un amigo antiquísimo de la infancia y como era muy tarde ya, pospuso su llamada con el fin de no molestarle para el día siguiente, aparcó el coche, apagó las luces y se dispuso a descansar recostado entre las amables patas de su perro.