jueves, 31 de enero de 2013

DESOLACIÓN











Desolación

Laura y Miguel llevaban mucho tiempo juntos y estaban satisfechos con las cosas que habían logrado hasta ese momento, poseían una casa confortable con un jardín para su perro, los dos tenían trabajo y de momento no les faltaba de nada.
Hacia la mitad de la semana, Miguel llegó del trabajo muy animado y le dijo a su mujer— sabes? este fin de semana lo vamos a pasar en el campo, me ha llamado Luís y nos invita a comer el sábado en su casa— ¿Qué te parece?
Laura que es una mujer tranquila, muy callada e introvertida, prefería quedarse en casa los fines de semana con su marido, para descansar y mirar la televisión, solía aprovechar para hacer algo de repostería y algunas labores de ganchillo si le daba tiempo, Miguel por su parte solía ocuparse del vehículo, lo lavaba y ponía a punto con el fin de que el lunes no le diera ningún problema al arrancarlo para ir al trabajo.
Ella se quedó mirando a su marido y sin ningún interés, casi resignada le dijo: —de acuerdo si es ése tu deseo iremos allí a pasar el día, le vendrá bien a Rocco—. Conocían a Luís y a su mujer  desde hacía poco tiempo, sabían algo acerca de él a través de una compañera de trabajo de Laura, al parecer había tenido problemas en el pasado, pero todos hemos tenido problemas alguna vez en la vida y no le daban importancia al asunto.
Luís era en exceso cordial y bondadoso, es cierto que encerraba algún misterio, actuaba en silencio con frecuencia y de cuando en cuando surgía de él algún gesto afectado, en extremo correcto, se mostraba encantado con sus amigos, después de todo era un buen anfitrión, nada en él revelaba violencia, muy al contrario se mostraba afable y cariñoso. Laura y Miguel le habían acogido siempre con agrado, y no esperaban ni por lo más remoto que la noche de ese día intrascendente les revelara al fin el misterio.
Su mujer en cambio era un poco alocada y nerviosa, solía vestirse con ropas y túnicas de los años sesenta y escuchaba a Bob Dylan constantemente en todas sus tareas, se había especializado en Educación de niños autistas y siempre estaba pendiente de su marido, se llamaba Ada.
Era un frío día de invierno aquel sábado, se abrigaron bien y llevaron a Rocco, su perro, para que correteara libre por el campo. El trayecto no podía presentarse más hermoso, poblado de árboles a ambos lados de una carretera secundaria, llegaron al fin a la casa de sus amigos que ellos no conocían, de piedra y con enormes portones de madera vieja se hallaba sobre un pequeño montículo desde el que se divisaba un amplio valle surcado por un río rodeado de un bosque de álamos.
Brillaba el sol con intensidad cuando fueron recibidos por su amigo, entraron, se acomodaron  en medio de  enormes ventanales, y una estrecha escalera muy empinada que ascendía hacia el piso superior, tomaron un refresco y Luís muy solícito les invitó a dar una vuelta por el pueblo para cambiar impresiones y que el perro se solazara a sus anchas. Después de contemplar la belleza de sus bosques  y caminar por las calles empedradas del lugar  se acercaron a una tasca en donde les sirvieron unos vinos, unos hombres sorteaban con monedas el coste de la ronda. Se dirigieron a casa a comer y encontraron a Ada muy ocupada en la cocina, se sentaron en el porche y pronto pudieron sentir que un hombre alto y muy fuerte, con unas gafas diminutas, descendía por la estrecha escalera crujiente, se dirigió a ellos y con una voz ronca y muy profunda les saludó entusiasmado, el perro corría por los alrededores y se oían algunos ladridos de contento, Laura estaba callada y ligeramente sonrojada le saludó tímidamente, el hombre alto y fuerte les comunicó que se encontraba allí como invitado de Ada y Luís con el fin de acabar de escribir su novela. Había descubierto parajes de ensueño en la zona, que habían despertado su curiosidad, había encontrado embrujo y misterio, y señaló a Laura con el dedo como dirigiéndose a ella, pero Laura que observaba atentamente clavó su mirada sobre su esposo que estaba atendiendo a Rocco, como pidiéndole ayuda, cuando el escritor  comenzó a informarles del argumento de su novela, una triste historia de un hombre  que había asesinado a su primera esposa en un arrebato de violencia que debió pasar largos años de cárcel y al fin alegando problemas mentales y se libró así de ,la condena, Laura sintió un leve estremecimiento, la desolación se hizo presente, la historia era la misma que había escuchado de labios de su antigua compañera de trabajo, él continuó relatando los pormenores del relato y así pasaron la tarde.
Ya la noche se acercaba fulminante, Ada les ofreció una copa de brandy, – ¿os apetece una copa? –Dijo–, el perro estaba cansado y reposaba sobre la alfombra, Luís azorado les comentó— no tendréis problemas con el camino de regreso, la noche está despejada, el escritor se retiró a dormir, y ellos declinaron la oferta amablemente, extrañaban las dulzuras de su hogar durante el fin de semana.