REFUERZO
A lo lejos vibraba el estremecedor murmullo de las palmeras en su abrazo constante e intenso, azotado con el viento. Aún el sueño no pesaba sobre mis párpados, pensé entonces en el tiempo hasta el amanecer, la cita era inminente y era preciso llegar a tiempo, entonces decidí ir a acostarme cuanto antes.
Cuantas veces a lo largo de nuestras vidas vivimos esa terrible situación en la que ansiamos más que nunca detener el tiempo, un tiempo que nos atrapa acompañado de angustia y tensión, un poco por causa de la cita y otro poco por el temor a la falta de sueño y no estar presentable al día siguiente.
Como la noche era desapacible, alojada en ese hotelucho rodeado de palmeras que rozaban insistentemente los cristales de mi ventana, presagios, temores, inquietudes, premuras del alma sin sosiego espantaban mi descanso habitual.
Como fuera ya de una pesadilla insomne, vi la primera luz del día señalado reflejada en el espejo del destartalado armario y me levanté sobresaltada, miré la hora y sentí que debía apresurarme. Traté de tranquilizarme, pensé en otras, innumerables citas como esta, de esas que se llaman citaciones y que suelen llegar a tu casa de la mano del cartero y con membrete muy vistoso, que anuncia el juzgado de turno. Anunciaba la presente: Juzgado de Refuerzo, por más vueltas que le di no alcanzaba a comprender el nombrecito, cuando de lo que se trataba era de gestionar un inventario
Un inventario, sí, y qué sabía yo de un inventario del que seguramente una parte me correspondería en herencia elaborado en una casa a la que nunca tuve acceso, en fin bagatelas pensé, tal vez me presente ante un juez con esa sensación de desnudez que suelen provocar largos años de ausencia, la solemnidad del acto, y la tensión añadida que provoca el conocer la realidad de unos bienes adquiridos todos en esa misma ausencia, ¿qué podría yo responder al señor letrado cuando formulara sus preguntas? ¿Quién habrá elaborado el inventario, si es que existe o bien si se trata de elaborarlo qué puedo yo aportar, tan leguleya en la materia y tan ajena? Finalmente me dije que debía abandonar todo reposo y ese mundo sosegado en el que habito y enfrentarme a la cita ocultando en lo posible mi desnudez.
Cuando emprendí el trayecto al mencionado juzgado, un haz de calles grises, secundarias y empedradas, hacían el camino más siniestro, miré mi reloj, aún tenía tiempo de tomar un café, en ese estado de nervios somnoliento en que me encontraba, tal vez sirviera de revulsivo. En poco tiempo me encontré en la puerta del Juzgado de Refuerzo, con mi letrada que muy amable y protocolaria me estaba esperando. Después de saludarnos cortésmente le dije sin más —no entiendo nada, ¿qué tiene que ver el Refuerzo con el Inventario? No sé muy bien por qué a mí eso de Refuerzo me suena a un acto un tanto opresivo, hace que me sienta como una delincuente, o una loca, y tan sólo se trata de un inventario, claro que dada la magnitud de la herencia y tan aviesas consecuencias y demás citaciones, letrados, economistas, albaceas, una está en condiciones de pensar en alguna medida de presión, por otra parte después de tantas vicisitudes, nunca había estado delante del señor juez, eso es una nueva experiencia.
¿Acaso por fin quedaría desbloqueada la herencia? Dadas mis circunstancias desfavorables, acostumbrada a tantas situaciones en las cuales el término “refuerzo” en su acepción más revolucionaria ha estado presente en mi vida, preferí orientar el nombre del juzgado hacia una perspectiva más optimista, porque ahora sé que existen muchas clases de refuerzos. En mis clases sin ir más lejos, existían en el centro clases llamadas de refuerzo o apoyo destinadas a los alumnos menos aventajados, la palabra en sí evoca cierta violencia rompedora o bien de una situación bloqueada, o bien de otra demasiado alterada; existen fuerzas armadas de refuerzo también, refuerzo policial y militar… refuerzo vitamínico en las clínicas de convalecientes… Refuerzo es la acción y la consecuencia de reforzar (fortificar, vigorizar, compensar o subsanar algo) se lee en los diccionarios, aplicado al deporte, a la economía, a la salud mental y física, está claro, refuerzo sí, el prefijo señala la insistencia, la solidez, la resistencia, en psicología un estímulo positivo o negativo, “reforzar” : añadir nuevas fuerzas a una cosa. Fortalecer o reparar lo ruinoso o quebrantado. Animar, dar aliento. “Refuerzo” mayor grueso que se da a una cosa para aumentar su fuerza o resistencia. Reparo con que se fortalece una cosa que amenaza ruina. Socorro o ayuda. Sinónimos de “reforzar” son: acrecentar, engrosar, aumentar, vigorizar, fortificar, blindar. Antónimos de”reforzar” son: debilitar, aflojar, agotar, consumir, extenuar.
Con tales consideraciones mi letrada se me quedó mirando un brevísimo instante y sin una sola palabra tranquilizadora, en medio de un torrente de saludos a sus colegas que se apresuraban a sus asientos, me acompañó hasta la sala en la que se procedió al acto con mucho protocolo. Entre tanto yo iba cavilando en mi interior: Y bien… refuerzo sí, tal vez el más urgente sea el de la propia subsistencia.
A lo lejos vibraba el estremecedor murmullo de las palmeras en su abrazo constante e intenso, azotado con el viento. Aún el sueño no pesaba sobre mis párpados, pensé entonces en el tiempo hasta el amanecer, la cita era inminente y era preciso llegar a tiempo, entonces decidí ir a acostarme cuanto antes.
Cuantas veces a lo largo de nuestras vidas vivimos esa terrible situación en la que ansiamos más que nunca detener el tiempo, un tiempo que nos atrapa acompañado de angustia y tensión, un poco por causa de la cita y otro poco por el temor a la falta de sueño y no estar presentable al día siguiente.
Como la noche era desapacible, alojada en ese hotelucho rodeado de palmeras que rozaban insistentemente los cristales de mi ventana, presagios, temores, inquietudes, premuras del alma sin sosiego espantaban mi descanso habitual.
Como fuera ya de una pesadilla insomne, vi la primera luz del día señalado reflejada en el espejo del destartalado armario y me levanté sobresaltada, miré la hora y sentí que debía apresurarme. Traté de tranquilizarme, pensé en otras, innumerables citas como esta, de esas que se llaman citaciones y que suelen llegar a tu casa de la mano del cartero y con membrete muy vistoso, que anuncia el juzgado de turno. Anunciaba la presente: Juzgado de Refuerzo, por más vueltas que le di no alcanzaba a comprender el nombrecito, cuando de lo que se trataba era de gestionar un inventario
Un inventario, sí, y qué sabía yo de un inventario del que seguramente una parte me correspondería en herencia elaborado en una casa a la que nunca tuve acceso, en fin bagatelas pensé, tal vez me presente ante un juez con esa sensación de desnudez que suelen provocar largos años de ausencia, la solemnidad del acto, y la tensión añadida que provoca el conocer la realidad de unos bienes adquiridos todos en esa misma ausencia, ¿qué podría yo responder al señor letrado cuando formulara sus preguntas? ¿Quién habrá elaborado el inventario, si es que existe o bien si se trata de elaborarlo qué puedo yo aportar, tan leguleya en la materia y tan ajena? Finalmente me dije que debía abandonar todo reposo y ese mundo sosegado en el que habito y enfrentarme a la cita ocultando en lo posible mi desnudez.
Cuando emprendí el trayecto al mencionado juzgado, un haz de calles grises, secundarias y empedradas, hacían el camino más siniestro, miré mi reloj, aún tenía tiempo de tomar un café, en ese estado de nervios somnoliento en que me encontraba, tal vez sirviera de revulsivo. En poco tiempo me encontré en la puerta del Juzgado de Refuerzo, con mi letrada que muy amable y protocolaria me estaba esperando. Después de saludarnos cortésmente le dije sin más —no entiendo nada, ¿qué tiene que ver el Refuerzo con el Inventario? No sé muy bien por qué a mí eso de Refuerzo me suena a un acto un tanto opresivo, hace que me sienta como una delincuente, o una loca, y tan sólo se trata de un inventario, claro que dada la magnitud de la herencia y tan aviesas consecuencias y demás citaciones, letrados, economistas, albaceas, una está en condiciones de pensar en alguna medida de presión, por otra parte después de tantas vicisitudes, nunca había estado delante del señor juez, eso es una nueva experiencia.
¿Acaso por fin quedaría desbloqueada la herencia? Dadas mis circunstancias desfavorables, acostumbrada a tantas situaciones en las cuales el término “refuerzo” en su acepción más revolucionaria ha estado presente en mi vida, preferí orientar el nombre del juzgado hacia una perspectiva más optimista, porque ahora sé que existen muchas clases de refuerzos. En mis clases sin ir más lejos, existían en el centro clases llamadas de refuerzo o apoyo destinadas a los alumnos menos aventajados, la palabra en sí evoca cierta violencia rompedora o bien de una situación bloqueada, o bien de otra demasiado alterada; existen fuerzas armadas de refuerzo también, refuerzo policial y militar… refuerzo vitamínico en las clínicas de convalecientes… Refuerzo es la acción y la consecuencia de reforzar (fortificar, vigorizar, compensar o subsanar algo) se lee en los diccionarios, aplicado al deporte, a la economía, a la salud mental y física, está claro, refuerzo sí, el prefijo señala la insistencia, la solidez, la resistencia, en psicología un estímulo positivo o negativo, “reforzar” : añadir nuevas fuerzas a una cosa. Fortalecer o reparar lo ruinoso o quebrantado. Animar, dar aliento. “Refuerzo” mayor grueso que se da a una cosa para aumentar su fuerza o resistencia. Reparo con que se fortalece una cosa que amenaza ruina. Socorro o ayuda. Sinónimos de “reforzar” son: acrecentar, engrosar, aumentar, vigorizar, fortificar, blindar. Antónimos de”reforzar” son: debilitar, aflojar, agotar, consumir, extenuar.
Con tales consideraciones mi letrada se me quedó mirando un brevísimo instante y sin una sola palabra tranquilizadora, en medio de un torrente de saludos a sus colegas que se apresuraban a sus asientos, me acompañó hasta la sala en la que se procedió al acto con mucho protocolo. Entre tanto yo iba cavilando en mi interior: Y bien… refuerzo sí, tal vez el más urgente sea el de la propia subsistencia.