sábado, 21 de mayo de 2011

OUT

OUT


Los niños correteaban en los alrededores de la casa de su abuela como todas las mañanas. Solían reunirse todos los veranos cuando sus padres visitaban a su madre.
De la orilla de la casa salía un camino, una vereda que sinuosa llegaba hasta la ría no sin antes hacer que se detuviera el caminante en una casa solariega, poblada de muebles coloniales, ellos saltando y corriendo dieron con ella y entraron, allí había un gran comedor provisto de una alacena y dos cajoncitos que no tardaron en descubrir, encerraban piezas de chocolate relleno de frutas que se apresuraron a coger. Así las cosas todos los días viajaban a la casa en busca de su botín.
Un buen día, a lo lejos hacia la ría aparecía una figura de un hombre esbelto que portaba una gran vara, a medida que se acercaba su silueta se hacía mas real, una gran bota le calzaba el pie derecho, era cojo, de aspecto  bienparecido un poco desaliñado, pero con el porte de un caballero de los de antes.Su nombre era D. Lisardo y cuentan que era docto en leyes.
Tan pronto como lo vieron los niños se echaron a correr  conscientes de que el hurto tan sabroso les esperaría al día siguiente cuando D Lisardo emprendiera su paseo habitual. Nadie en la casa de la abuela sospechaba las andanzas de los niños hasta que un día en el gallinero se desató un revuelo de gallinas, los tios de los niños acudieron asustados tal vez pensaron que alguna alimaña las había soliviantado, pero no, los niños capitaneados por el mayor se habían provisto de plumas y disfrazados de indios y armados de tirachinas estaban agazapados a orillas de la carretera dispuestos a asestar una pedrada al primer Mercedes que pasara. El dueño del coche enfurecido descendió y reclamó justicia, todos arremetieron contra el mayor como causante de la fechoría y desde entonces vive estigmatizado por esa razón.

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