lunes, 28 de enero de 2013














UÑAS AFILADAS



No tenía trabajo, todas las mañanas abría el periódico con la esperanza de encontrarlo, no había nada interesante excepto un anuncio de la autoridad competente para realizar un curso de “Empleado de oficina”, consideró la oferta y se inscribió en él, el programa consistía en preparar empleados que al final de su instrucción fueran capaces de resolver problemas de contabilidad, utilizar con corrección el ordenador con unas nociones muy elementales, conocer en fin todas aquellas gestiones enfocadas a la buena marcha de una oficina. El curso también incluía una serie de pruebas respecto a la buena imagen que se debería cuidar con esmero.
Al finalizar el curso tendría la recompensa de entrar en una prueba de trabajo en una empresa cuyos directivos a lo largo de un mes deberían evaluar sus servicios y si pasaba la prueba con éxito podría  obtener un contrato de trabajo.
Ya preparada acudió a la cita con el gerente principal de la empresa, la recibió una mujer ataviada de una manera espectacular con tacones de vértigo, muy maquillada para esas horas de la mañana,  con unas uñas excesivamente afiladas y pintadas, y con  la actitud fría y displicente de quien posee la seguridad de un trabajo desempeñado durante muchos años y teme perderlo, la hizo sentarse en la sala de espera, hasta que llegara el gerente más importante.
El gerente se hizo esperar largo tiempo, con el ánimo tranquilo y expectante no pensaba en nada, solo esperaba pacientemente y  observaba el lugar que le prometía un puesto de trabajo. Al cabo de una hora apareció un hombre burdo, de grandes proporciones y con cara de recién levantado de la cama.
 ­—Buenos días, dijo con una voz enronquecida por el sueño, — Buenos días respondió ella.
El hombre  se adentró en su despacho y empezó escucharse un rumor de papeles en desorden….
Al cabo de un rato la mujer que la recibió le anunció que podía entrar, se levantó con serenidad contenida y saludó al gerente que con su currículo en las manos le hizo una serie de preguntas revestido de una bondad convencional, y satisfecho con su presencia, después de escuchar sus respuestas le dijo, —bien, que Rita le indique cuáles son sus ocupaciones. Encontró a Rita muy ocupada jugando con su ordenador, pero en realidad la estaba esperando, con los ojos brillantes y muy apresurados comenzó a emitir órdenes contundentes destinadas a su exclusivo servicio, ella por su parte desempeñó sus primeras funciones sin rechistar. Notó que la máquina del fax funcionaba con dificultad, la copiadora se atascaba, y sentía todo el tiempo la mirada de Rita sobre su persona, como si no tuviera otra cosa que hacer, solamente hizo un breve comentario — Luego vendrá el gerente segundo.
Ya casi a punto de cerrar, llegó el gerente segundo y la saludó muy animado, — ¡Hombre ¡ dijo  con semblante de regocijo, ¡Mira por donde¡ tengo un trabajo para ti, acompáñame por favor. Llegaron a una habitación cerrada y sin ventanas, oscura y fría, montones de carpetas apiladas por el suelo y sobre estanterías desvencijadas, una rígida silla y algo parecido a una mesa de trabajo antigua, componían el cuadro desolador de un entorno al que llamaban pomposamente “el archivo”, en la penumbra, arrinconado, se veía un pequeño radiador que ella contemplaba con ansia heladora —¡Ah! sí, dijo entonces el gerente segundo, tenemos radiador pero lamentablemente hace años que no funciona.
 Se vio en medio de un trabajo de archivística comercial que la mantenía ocupada toda la jornada, las carpetas contenían documentos sin fin, algunos ya caducados, pues hacía tantos años que nadie ponía los archivos en orden,   que muchos de los clientes habían fallecido, todos los días le esperaban dos enormes  torres de carpetas sobre la mesa, el trabajo era monótono y embrollado, como si tuviera que desenredar una madeja de hilo desde hace tiempo enmarañada,  se vio también obligada a seguir el hilo. Como se hallaba en una habitación apartada y olvidada de la oficina, pronto los demás integrantes de la misma comenzaron a exigir su presencia— ¡Tráeme tal archivo¡ gritaba el gerente segundo, o bien ,  ¡Envía un fax a tal agencia ¡ reclamaba  Rita , ¡Prepara tal albarán¡  suplicaba el gerente principal…  …de esa manera salía de su cubículo y el trajín era incesante. Pronto comenzaron las novedades, ante el orden espectacular que iba logrando, el gerente segundo maravillado, decidió que unos operarios repararan las estanterías, ¡Al fin contaban con un archivo remozado¡ compraron una máquina de fax nueva y arreglaron la copiadora. Así terminaron aquellos días de prueba, muy satisfecha con el trabajo realizado, se despidió del gerente principal y él le dijo— Muy bien ya la llamaremos. Pasaron muchos días y no recibió llamada alguna, una tarde nublada, cuando ya bajaba la niebla, encontró a una compañera del curso “Empleado de oficina”, muy alegre y jovial, muy arreglada, con las uñas perfectamente pintadas,  se acercó a ella gesticulando mucho con las manos, había encontrado trabajo en una agencia y le explicó que su trabajo era muy fácil solo tenía que recibir clientes, algo así como de relaciones públicas, que el lugar era muy moderno y contaba con un archivo perfectamente ordenado, le indicó dónde estaba situada la agencia, y sin más se despidió. Ella volvió a casa con una extraña sensación, triste, se sentó en su sofá y se dispuso a limar sus uñas que cuidadosamente había dejado crecer para la próxima entrevista de trabajo.