sábado, 21 de mayo de 2011

NIEBLA

NIEBLA

En una calle estrecha se encontraba haciendo esquina este lugar habitado por los pocos seres que en la ciudad gozaban de su estética, exquisitamente construido y fiel a los cafés parisinos constituyó una revolución en la ciudad que lo tildó enseguida de decadente y  freak, a él acudían hippies de todas partes que apenas  tenían que comer en sus casas, en aquel entonces en que los porros y demás estupefacientes constituían el principal alimento.
Sonaba la música de Bob Dylan y de Pink Floyd , de Lou Reed y de Leonard Cohen,Tubular bells de Mike Oldfield , música de jazz y otras muchas, el aire bohemio era incuestionable pero dentro del local, se comía bien se bebía más y se fumaba mucho, personajes de todo tipo  y procedencia acudían entusiasmados al hilo de la lectura de la última novela de moda “el Gran Gatsby” y se disponían presurosos a emular sus páginas en la pareja formada por el pijo de turno y “la hippie” consumada y experimentada en Ibiza adicta a no se cuantas cosas en especial a la ropa.
Apoyada siempre en la barra estaba la maitresse, muy bien plantada a lo Toulouse Lautrec, era el alma de la fiesta.
Un ir y venir de curiosos lo acechaban constantemente  el lugar despertaba gran espectación. Pero el momento álgido se alcanzaba en el transcurso de la noche, había hippies que dormían de día según su costumbre y también solian pernoctar. Hubo amoríos allí, seducciones y caprichos sin fin, como se encontraba en medio de un lugar de paso frecuentado por jóvenes estudiantes siempre estaba en movimiento, la placita de al lado servía de respiro a tanto humo, pero llamaba la atención  el trajín y al mismo tiempo el vacío que imperaban, es verdad que no faltaba algún Nietzsche, no faltaba Melmoth el Errabundo ni tampoco Hambre de Knut Hamsum o Sinué el egipcio o Jack Kerouac o El cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell  y otros muchos, traidos y llevados por algún aventurado  hippie  que añadía estos autores a su ropaje  con el fin de encontrar una defensa ante tanta suntuosidad concentrada en manos del jefe aburrido y enriquecido como heredero de una gran fortuna en torno al cual se había urdido una fantástica trama novelesca inspirada en la novela de Scott Fitzgerald.
Tuvo poco tiempo de vida este  rincón de la ciudad, fue muy censurado y visitado por la policia vigilante entonces del orden público amenazado por estos personajes encantadores cuyo único delito era la búsqueda de otra forma de vida, los hippies, que atraidos por la musa ibicenca compartían solícitos su furor estético y sus amoríos .

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