sábado, 20 de abril de 2013

EROS Y PSIQUÉ







EROS Y PSIQUÉ

¿En dónde empezaba
¿acababa en dónde?
me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma
Pedro Salinas. Presagios 1923, “El alma tenías”

Como un tajo que arrasa los huesos, como una tormenta repentina que empapa hasta  las entrañas, su violencia  corre por las venas inflamándolas a punto de reventar, una sacudida de todo el ser que se tambalea como un árbol con el azote de un vendaval, siempre ataca por sorpresa en medio de la calle o en cualquier parte, al acecho y silencioso va poco a poco sacudiendo los cimientos, y entrando en la morada ajena a su presencia, su contacto es la muerte del pasado y un parto doloroso en el presente, de nada sirve oponerle resistencia, a partir de ese momento solo en sus brazos y en sus besos halla el alma reposo que en su ausencia y sin razón vagará siempre errante en su búsqueda. Los labios enmudecen en el silencio eterno de la esperanza atenazados por la intensidad del agravio, la razón se ofusca, tiemblan los miembros inseguros y tiene lugar el llanto desesperado con su ausencia, la belleza se aúna con la muerte y la locura con la sinrazón del suceso. Días y noches insomnes agotan el devenir del tiempo, horas eternas se reducen a la nada, cuando el ser está a punto de estallar en añicos y se encamina hacia su destrucción, es cuando dice – ¡alto!, ¡nunca más otro encuentro! con una vez es suficiente.
Inmune a su recuerdo un caminar errático y solitario halla su consuelo en las voces impresas de otros que han sufrido idéntica experiencia, la vida entonces se abre, se llena de luz, de belleza y de esperanza, como una brisa de aire fresco, respira, besa, abraza,  conoce, yace junto a ellos  con su alma desnuda y disfruta del placer más intenso que perdura en el tiempo hasta el final de sus días y libre de las  cuitas que Eros inflamó, arde en deseos de recorrer con su mirada las nuevas sendas por las que camina en libertad. “Pues no existe remedio para Amor, ni bebida, ni comida, ni ensalmos, sino sólo besos y abrazos y yacer juntos y desnudos” Longo, Dafnis y Cloe.
Antiguo mito de Eros y Psiqué .
La historia de Eros y Psique tiene una larga tradición como cuento popular del antiguo mundo grecorromano, mucho antes de que fuera escrita por primera vez en el siglo II d .C, en la novela latina “El asno de oro” del poeta romano Apuleyo. La propia novela tiene el estilo picaresco romano, aunque Psique y Afrodita retienen su carácter griego.
El mito de Eros y Psique narra la lucha por el amor y la confianza entre Eros (o Cupido) y la princesa Psique. En la mitología, Eros representaba el poder sobrecogedor del amor, que por su fuerza puede también destruir. La palabra “psyche” puede ser traducida como "vida" y como "alma".
Cuenta la historia que hace mucho tiempo existió un rey y una reina que tenían tres hijas. La menor, Psique,  de tan deslumbrante belleza que era adorada por los humanos como una reencarnación de la diosa Afrodita.  La diosa, celosa de la belleza de la mortal Psique, pues los hombres estaban abandonando sus altares para adorar en su lugar a una simple mujer, ordenó a su hijo Eros que intercediera para hacer que la joven se enamorase del hombre más horrendo y vil que pudiera existir. Por su parte, la belleza no había traído a Psique felicidad alguna. Los hombres la idolatraban de mil maneras, pero ninguno osaba acercársele ni pedir su mano. Los preocupados padres consultaron al Oráculo de Apolo para determinar qué le depararía el destino a su hija. Lejos de encontrar consuelo, el Oráculo predijo que Psique se casaría en la cumbre de la montaña con un monstruo de otro mundo. Psique aceptó amargamente su destino, y obedeciendo al Oráculo, sus padres la llevaron hasta la cima de la montaña seguidos por una larga procesión, donde la abandonaron envuelta en  llantos, para enfrentarse a una muerte segura.
Así la encontró el Céfiro (viento del Oeste), quien la elevó por sobre las montañas hasta depositarla en un valle colmado de flores. Al despertar, Psique se internó en el bosque cercano siguiendo el sonido del agua. Lo que encontró fue un hermoso palacio, de indescriptible lujo y belleza, y voces sin cuerpo susurrando que el palacio le pertenecía y que todos estaban allí para servirla. Esa noche, mientras yacía en la oscuridad de su nueva alcoba, un desconocido la visitó para hacerla su esposa. Su voz era suave y amable, pero él no se dejaba ver a la luz del día, lo cual despertaba la curiosidad de Psique que deseaba conocer su rostro.
Con el paso del tiempo Psique comenzó a sentir desasosiego, y sufría por sentirse sola. Extrañaba a sus hermanas, a quienes no veía desde hace tiempo y esto le causaba tristeza. Imploró entonces a su esposo que le permitiera recibir la visita de sus hermanas, pero éste le advirtió que ellas tratarían de incitar su curiosidad y la alentarían a intentar averiguar la identidad de su marido. Él le advertía una y otra vez que no se dejara persuadir por sus  hermanas envidiosas, ya que el día en que ella viera su cara no le volvería a ver y sería el día en que acabaría su felicidad.
Finalmente, Eros cedió ante las intensas y apasionadas súplicas de Psique y pidió al viento Céfiro que acercara a las hermanas al palacio. Éstas, ante la visión de tanto lujo y belleza, ardieron de celos y envidia ante la buena fortuna que había tocado a su hermana. Secretamente, cada una de ellas comenzó a desmerecer lo que a ellas mismas les había tocado en suerte, sus ancianos maridos, sus mezquinas riquezas. Se fueron del palacio planeando cómo castigar a su hermana y en su retorno, la convencieron de que su marido era una enorme y monstruosa serpiente que esperaba al acecho para devorarla. Le sugirieron un detallado plan de acción, que se basaba en esperar que el sueño venciera a su esposo para luego acercarse a él con una lámpara y un puñal y cortar su cabeza de serpiente.
Esa misma noche, Psiqué esperó a que su esposo se durmiera junto a ella y encendió su lámpara para observarlo. A quien vio fue al más hermoso de los dioses, el mismísimo Eros. El cuchillo cayó de sus manos y mientras observaba extasiada esa imagen gloriosa, una gota de aceite proveniente de la lámpara cayó en el hombro de Eros. Éste despertó y librándose del abrazo y los lamentos de Psique, expresó su decepción por la traición de Psique a su amor. Le contó que él mismo desobedeció las órdenes de su propia madre al enamorarse de ella, pero que ya todo estaba perdido. Y así desplegó sus alas y se fue.
Psique comienza entonces una búsqueda desesperada por encontrar a Eros que culmina en su llegada al templo de Afrodita. Ésta, llena de ira y deseos de venganza, rasga las vestiduras de Psique y le encomienda tareas imposibles como clasificar miríadas de semillas distintas. Psique recibe ayuda de distintos dioses y fuerzas de la naturaleza que hacen posible que complete estos desafíos. Afrodita entonces inventa un nuevo castigo para Psique: ella debería internarse en mundo subterráneo en busca de Perséfone, reina de los infiernos, para rogarle que le diera un poco de su belleza dentro de un cofre. Sorteando varias dificultades, Psique cumple con la tarea y comienza su viaje de vuelta hacia la luz. En el camino, cae presa nuevamente de la curiosidad. Atraída por el deseo de agradarle más a su amado adornándose de belleza divina, abre el cofre e inmediatamente cae en un sueño mórbido.
Mientras tanto Eros, recién recuperado de su herida, sale en búsqueda de su amada esposa para despertarla de su sueño. Luego se dirige a visitar a Zeus para rogar al Dios que tuviera compasión de Psique y la hiciera inmortal para que pudiera vivir con él en los cielos. Zeus se compadeció de Eros y apaciguó a Afrodita diciéndole que éste sería un casamiento digno de su hijo. Así es que ordenó el casamiento de Eros y Psique, que duraría para siempre.
Según Apuleyo, la hija nacida de ambos llevaría el nombre “Hedoné”, que significa Placer.
Nota: El verbo griego ψύχω, psycho, significa «soplar». A partir de este verbo se forma el sustantivo ψυχή, que alude en un primer momento al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el ser humano. Dado que ese aliento permanece en el individuo hasta su muerte, ψυχή pasa a significar la vida. Cuando la psique escapa del cadáver, lleva una existencia autónoma: los griegos la imaginaban como una figura antropomorfa y alada, un doble o eidolon del difunto, que generalmente iba a parar al Hades donde pervivía de modo sombrío y fantasmal. Según cuenta muchas veces Homero, la psyché sale volando de la boca del que muere como si fuera una mariposa (que en griego se escribe también psyché); razón por la cual algunas personas ven en la mariposa un psicopompo.


De: Claros y Sombras
Mercedes Vicente González
Foto: Psiqué reanimada por el beso de Eros (1793), que se encuentra en el Museo del Louvre (y una segunda versión en el Museo del Hermitage) de  Antonio Canova.