SUEÑO
DE UN AMOR SOÑADO
Como una vela sobre el mar
resume ese azulado afán que
se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos
descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado.
Orillas
del amor. Luis Cernuda
Las
palabras saltan hilvanadas, impacientes, cruzan aguas azules y reverberan en el silencio
arrastradas por el tiempo eterno, tocan su fin inacabadas, balbucientes,
extrañas como un sueño, breve sueño de unos días de solaz y alegría inmensa,
las palabras no alcanzan para definir ese torrente desmesurado de una vida
palpitante aún, cuando sale de la muerte y renace a la luz del color y la luz
de nuevo en el tránsito de los atroces vientos que arrastran consigo la maleza
del invierno, nunca llega el fin en ese pálpito sereno de las horas diurnas.
Joven aún, enfilar el caminar incesante sin esperanza,
las palabras no sirven para definir entonces esa andadura absurda, tantas veces
soñada, tantas veces pensada, sentida levemente, ese dejarse llevar por el azar
sin rumbo, ese vacío blanco afincado en el cerebro, que ilumina siempre en un
costado una fuga sin fin, siempre huir y zambullirse en una atmósfera ciega,
etérea, y frágil, desarmada, las palabras no alcanzan para definir esa
languidez de la tarde cuando se acerca la hora del encuentro, la noche serena
que aplaca los miembros arropados en la nada cercana ya al sueño, presagio de
una muerte callada.
No
bastan entonces las palabras, solo la niebla cuando baja sobre el mar de los
sueños destila esa música de la melancolía y la pena. Ese es tal vez el sentido
evanescente del amor soñado, el que se aleja sobre las aguas mecido por las
olas desde el amanecer hasta el ocaso, y atraviesa la luz hasta llegar a las
sombras nocturnas y entonces se duerme
dulcemente y para siempre.
Pintura:
Rothko
Wengue
de la rua mar
De: Silencios en Otoño
De: Silencios en Otoño