jueves, 30 de junio de 2011

EL TREN Y LA CIUDAD

EL TREN Y LA CIUDAD

Llegamos al andén, estaba desierto, y ella inquieta miraba a todas partes y se estremecía al paso de los trenes, rápidos y ruidosos. Llegaron dos padres con un hijo en una silla y se dirigió a ellos para saludarlos, aún tuvimos que esperar unos minutos para subrir al tren, cuando llegó, y subimos, ella, expectante, tomó asiento junto a un joven que la saludó con cariño, estaba feliz, emprendíamos el viaje.
 Llegó el revisor y pagamos el viaje. Con una sensación de liberación,  hicimos el breve trayecto que nos llevaba a la ciudad, saludó a todo el vagón, era una fiesta para ella, viajar conmigo en ese tren.
Una explosión de miradas salían de sus ojos desorbitados, al fin habíamos llegado al lugar de destino.
Nos dispusimos a caminar y ella dirigía el trayecto tirando de mi mano, hacía mucho tiempo que no veía la ciudad, acostumbrada con resignación, a la línea recta de la playa… ahora disfrutaba de ambas cosas a la vez, la bahía y la ciudad.
 Estaba sedienta, necesitaba agua, después de un largo paseo, llegamos a un bar y le dieron agua a raudales, bebió y nos sentamos a tomar un poco el fresco, se extendió y descansó.
Al cabo de un rato seguimos paseando por el centro de la ciudad. Con una  alegría espectacular, caminaba  saludando a su paso a todo el que encontraba, no salía de su asombro, se estaba reencontrando con otra civilización que no era la acostumbrada y miraba ansiosa a todas partes y apresuraba el paso, los ojos le brillaban y caminaba en silencio. De regreso, se sentó en el asiento y esperó paciente el próximo viaje, estaba claro, ese era su ser, la proximidad, el bullicio y el sonido penetrante de los coches, las voces que  llegaban a sus sensibles oídos, los saludos y las caricias de la gente la liberaban del destierro y la novedad de subir al tren lleno también de gente, daba continuidad a su aventura.
Decidí volver con ella otro día, lo estabamos necesitando... todavía... el presente se imponía cada vez más, con la avidez con la que los perros se sumergen en él. 

AMOR ENTRE REJAS


AMOR ENTRE REJAS


Me quedé para siempre sentado 
en las vagas lindes de tu alma.... Pedro Salinas



Joven aún se enamoró perdidamente y empezó a reconocer su estado en las diferentes manifestaciones de  su ánimo en contacto con la realidad. La vida tranquila que llevaba perdió de repente esa paz habitual.
Todos los males que padecía, bien se podían atribuir a ese estado melancólico del enamoramiento que solo apaciguaba el tiempo transcurrido junto al ser que lo provocó, convirtiendo su vida en un continuo errar por la realidad,  tratando de calmarse.Como era tarea poco menos que imposible, decidió ocultarlo, y permanecía encerrada largas horas leyendo y leyendo…
 Se dio cuenta de que el amor reconocido por la gente, rápidamente perece y  su carácter  primordial es el secreto, por esta misma  razón, tomó esa decisión,  de manera que poco a poco aparecía oculto, no solo ante los demás sino también ante sí misma, se había convertido este amor, poco a poco, en todas las cosas bellas que tocaba. Con ese brillo especial que posee la persona enamorada, pronto se convirtió en el blanco de todas las miradas, ante las que aparecía inaccesible y encerrada en si misma.
De ninguna manera quería que ese fulgor en su vida se apagara y ,así, encendido, emprendió múltiples empresas: leía intensamente, estudiaba, investigaba, participaba en multiples actos públicos, cosas todas ellas, que llenaban su vida con los  ecos de otras gentes , que quizás sin saberlo la amaban intensamente, unos deseaban su físico, otros deseaban sus libros, otros deseaban saber y curiosear, otros se ponían muy pesados, incluso la golpeaban, otros y eran muchos, estaban convencidos de que en particular, eran ellos mismos el objeto de ese amor, y todos se lo disputaban, había tipos para todos los gustos y reacciones de lo más variado, ¡despierta pasiones¡ decían algunos…
Nadie podía comprender esa soledad e independencia.
 Ella, simplemente, continuaba y continuaba desarrollando esa energía en su interior y llenándose más y más de vida, parecía imposible que pudiera resistir tanto acoso, y a veces, le asaltaba la duda y salía en busca de protección, pero esa protección estaba demasiado enraizada dentro de su ser y eso la permitía mantenerse en pié, ¡nada hay más envidiable ante los ojos de los demás que un amor consumado¡
Y… cayó en la cuenta más tarde, que tanto ella como su amor  se hallaban entre rejas de por vida, eso sí, con una integridad asombrosa…Nadie  ha sabido nunca, quien era el objeto de este amor….