sábado, 21 de mayo de 2011

HUEVOS DUROS

HUEVOS DUROS

Era un  día de lluvia en el bar de la esquina se encontraba Rosa mi amiga me tomé con ella una caña y salí en dirección a la consulta que solía tener lugar cada tres meses mas o menos. El centro era amplio, y en una de sus habitaciones apoyado sobre una mesa enorme se encontraba el doctor en compañía de otros colegas y enfermeras.
Parco en palabras apenas  me dijo buenos días, yo  llevaba conmigo una cesta con siete huevos duros, muy cordial me invitó a que tomara uno en su presencia, así lo hice un poco cortada porque tenía que hacerlo en soledad y lo correcto hubiera sido que lo hicieramos todos los allí presentes en ese momento, la enfermera el doctor y yo. Ni una mirada, ni una palabra, silencio absoluto solo interrumpido por alguna gestión ajena a la consulta, callada engullí el huevo sin quitarme el impermeable que me dejé puesto a medias con cierto aire de improvisación, allí estaba, allí había llegado, eso, era toda la visita, una figura activa y pensativa muy seria  me recibía y anotaba puntualmente en un folio en blanco, pide hora para tres meses, dijo, ya estaba dispuesta a marcharme cuando me di cuenta de que de los siete huevos duros quedaban seis en la cesta que estaba posada enfrente para cogerla y llevármela tenía que importunar de alguna manera al doctor y a la enfermera así que di un rodeo tras ellos y ella muy cumplida me la alcanzó  me dispuse a salir feliz con mi cesta.

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