domingo, 19 de enero de 2014

SUEÑO ETERNO







SUEÑO ETERNO

El silencio redondo de la noche.
El silencio redondo de la noche
Sobre el pentagrama
Del infinito
Federico García Lorca

La fuerza de la costumbre hace el sueño aún más pertinaz para mí que siempre habito en el otro lado, el lado de las sombras y a la luz del día se crece y se magnifica como quimera que es, frente a lo que no es y crece con los años en busca de su identidad anulada y proscrita, es el sueño de lo posible,  es el sueño en el vacío, es eso que se va y vuelve cada año de una vida que se va consumiendo y apagando y que permanece luminoso y nítido como entre nubes surcadas a duras penas por los rayos del  sol.
Dulce sueño que me acompaña todas las noches  con la pena de perderlo en el  despertar evanescente, y brutal la luz del día lo hunde en la realidad de su ausencia, entre robar y soñar elegí el sueño reparador en el que apareces con toda tu presencia,  la mejor prueba de que existes y vives, y tus palabras brillan en la oscuridad como astros azules, no conozco tu voz, ¡qué difícil es imaginar una voz que no se ha escuchado nunca más que en silencio!, diálogos de sombras me estremecen el alma y entreveran mis párpados de nostalgias calladas y serenas, llegan con esperanzas ajenas y se desploman en mi mente, hacen que la luz eterna del sol me adormezca durante el día hasta encontrarte lejos de lo palpable en medio de un deseo impotente, inerme, y desolado.
No tienes nombre, tienes imágenes, no tienes voz, solo silencio, llega un dolor lacerante de lejos, es preferible sentir una inmensa mentira que esa cruel realidad capaz de traspasar los fantasmas de la noche, los hilos de su tejido tiemblan de pena, se muere el día y la noche despierta los sonidos, las imágenes cantan la misma canción de siempre, es la melancolía del amor no consumado, es la eternidad infinita,  el caudal del río de la desdicha, ese saberse solo en la orilla, como riberas teñidas de rojo al atardecer sobre piedras doradas y cansadas a golpes de sol y de luna.
 Sin nombre escucho tu latido nocturno que azota los miembros durante el día desamparado y ciego, no quiero romper con mi silencio el suave rumor de tus palabras, no, no  tienes nombre solo eres un sueño pero ¡qué sueño!

Pintura:
Nolde

Mar.

domingo, 12 de enero de 2014

LA VIEJA CABAÑA










LA VIEJA CABAÑA


Hay soledades
en las que miras solo con un ojo y miras solo sal.
Hay momentos de frío
en los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas.
Hay momentos de gravedad
en los que sientes que has caído ya entre los que caen.
Hay silencios
que debes expresarlos tú, ¡precisamente tú!

Vladimír Holan.
 Poema: Hay

Dolor inasible, pesadumbre de días desesperanzados, el recuerdo de la niñez violado, días lejanos que marcaron a sangre y fuego el vacío venidero y hoy en lontananza regresa aquella luz insólita cargada de presagios.
 Un país en la ruina, esa misma soberbia enhiesta y absoluta que hunde en la pobreza y el desahucio a miles de seres que conmigo han caído en la derrota, aquello que iluminaba aquellos días de transición regresa y golpea con fuerza un presente desolado, idéntico vacío que en los años jóvenes y se extiende en el abismo de la ceguera y la hambruna, adiós a la historia de la guerra, historia ya es pasado y los hechos se prorrogan pertinaces en la actualidad de la vida, laceran el alma de un paisano común empobrecido y solo, y la mente rompe barreras impuestas desde antaño y como antaño florecen esperanzados los artífices de su misma historia los hombres que sueñan, inventan otras tierras, otras hambres, otro paisaje coloreado  y sabio, una y otra vez la guerra asola y diezma el alma de los muertos.
¿Por qué siempre vuelve?, pasan años, pasan lunas, pasan amores , pasan y pasan los días y surgen retazos de vida en penumbra, de rayos de sol oblicuos y directos que se estampan contra un lecho-catre que a duras penas se sostiene sobre un somier desvencijado y un colchón de lana añeja y apelmazada, cuatro libros en las estanterías vacías y el alma repleta de anhelos, la música se expande por todos los rincones, el blanco de las paredes brilla intenso con las primeras luces de la primavera, los poemas saltan del corazón al cerebro tamizándose como alimento que recorre la sangre desde el estómago a través de todos sus miembros.
 Allí aferrada a la nada, los sueños surcaban la realidad en cada paso, en cada esquina, en cada mirada, una huida hacia el pasado dentro de la historia, vueltas hacia los anaqueles de cada librería, el ansia insaciable de más alimento en el que zambullir su mirada perdida y etérea, lejos las imágenes perdidas, lejos las cuatro paredes angustiosas del habitáculo familiar en donde la intimidad era un castigo y la luz el esfuerzo inútil y acabado en  la falta de horizonte, ¿Por qué siempre vuelve con la misma perspectiva inabarcable? Una guarida, una choza, miseria material y sin embargo ¡qué inmensa riqueza para los sentidos!, ¡qué libertad soñada!
 Al atardecer el bosque se llena de sombras, en el estanque se recogen los patos junto a las piedras sobre el limo húmedo y extienden las alas del sueño, el camino empedrado brilla plateado con golpes de luna, deambular en medio de la noche al abrigo de un único anhelo, llegar a la cálida  choza al amor de la lumbre y las velas y prolongar el vago silencio del tiempo en las páginas de un libro  hasta la alborada. ¿Por qué siempre regresan aquellos intensos momentos, retazos de vida, que bullen y saltan, se regocijan y claman sin otra identidad que la suya?


Piet Mondrian 1872-1944
Nistelrode

Netherlands

viernes, 10 de enero de 2014

LA ARAÑA.










LA ARAÑA.

Arania ,arana, rana, rémora en el cielo palpitante de estrellas, trepa y se cobija en los sueños y teje una gran tela de rayas oblicuas, paralelas, temblorosas, reptan sus patas de alambre sobre el corazón roto, expulsa y se engancha en la red el líquido  y se pega contra el aire en ese entramado trabajoso, mientras pasan esas horas laboriosas del tiempo, la mujer respira y palpita una vida que conserva como oro en paño, recorre las calles polvorientas y secas y la araña culmina su trabajo; casi a ciegas escala los pisos de su casa y jadeante abre la puerta cuando un sonido imperceptible se desprende del techo, la araña ha caído y la ha pisado, mira hacia la parte superior y descubre el tejido de tantos días sumida en los sueños, ahora sabe que no está sola, la acompañan los trabajadores bichos que habitan su casa indiferentes al tiempo.
Lasitud lisa, lúgubre, catafalco para la araña miserable que le ha  robado las horas mientras ella se desvanecía en las sombras del silencio, raigambre de ensueños, la araña ha tejido sin tregua las desdichas ignotas, ocultas, que recogió deslizándose a través de su lecho hecho de  hilos en un  enjambre de besos, la recoge la envuelve y la arroja al vertedero, los hilos se amontonan y forman una pelota pegajosa e informe.
 Acude de nuevo a su lecho,  tejedora de sueños se envuelve en medio de un sin número de eternas telas agazapada en la penumbra, insecto lábil se desliza al amanecer, arácnido arania, arana, rana, rémora a través de la luz que riega  y rompe la noche, desvanece al instante las figuras nocturnas casi divinas, mientras sus ojos se estrellan contra la ventana y salen de pronto al encuentro del nuevo día.

Pintura: Salvador Dalí.

Araña de la tarde Esperanza 1940.

miércoles, 8 de enero de 2014

SUEÑO DE UN AMOR SOÑADO



SUEÑO DE UN AMOR SOÑADO

Como una vela sobre el mar
resume ese azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado.
Orillas del amor. Luis Cernuda

Las palabras saltan hilvanadas, impacientes, cruzan aguas azules y reverberan en el silencio arrastradas por el tiempo eterno, tocan su fin inacabadas, balbucientes, extrañas como un sueño, breve sueño de unos días de solaz y alegría inmensa, las palabras no alcanzan para definir ese torrente desmesurado de una vida palpitante aún, cuando sale de la muerte y renace a la luz del color y la luz de nuevo en el tránsito de los atroces vientos que arrastran consigo la maleza del invierno, nunca llega el fin en ese pálpito sereno de las horas diurnas.
 Joven aún, enfilar el caminar incesante sin esperanza, las palabras no sirven para definir entonces esa andadura absurda, tantas veces soñada, tantas veces pensada, sentida levemente, ese dejarse llevar por el azar sin rumbo, ese vacío blanco afincado en el cerebro, que ilumina siempre en un costado una fuga sin fin, siempre huir y zambullirse en una atmósfera ciega, etérea, y frágil, desarmada, las palabras no alcanzan para definir esa languidez de la tarde cuando se acerca la hora del encuentro, la noche serena que aplaca los miembros arropados en la nada cercana ya al sueño, presagio de una muerte callada.
No bastan entonces las palabras, solo la niebla cuando baja sobre el mar de los sueños destila esa música de la melancolía y la pena. Ese es tal vez el sentido evanescente del amor soñado, el que se aleja sobre las aguas mecido por las olas desde el amanecer hasta el ocaso, y atraviesa la luz hasta llegar a las sombras nocturnas  y entonces se duerme dulcemente y para siempre.
Pintura: Rothko

Wengue de la rua mar

De: Silencios en Otoño