Laura
y Miguel llevaban mucho tiempo juntos y estaban satisfechos con las cosas que
habían logrado hasta ese momento, poseían una casa confortable con un jardín
para su perro, los dos tenían trabajo y de momento no les faltaba de nada.
Hacia
la mitad de la semana, Miguel llegó del trabajo muy animado y le dijo a su
mujer— sabes? este fin de semana lo vamos a pasar en el campo, me ha llamado
Luís y nos invita a comer el sábado en su casa— ¿Qué te parece?
Laura
que es una mujer tranquila, muy callada e introvertida, prefería quedarse en
casa los fines de semana con su marido, para descansar y mirar la televisión,
solía aprovechar para hacer algo de repostería y algunas labores de ganchillo
si le daba tiempo, Miguel por su parte solía ocuparse del vehículo, lo lavaba y
ponía a punto con el fin de que el lunes no le diera ningún problema al
arrancarlo para ir al trabajo.
Ella
se quedó mirando a su marido y sin ningún interés, casi resignada le dijo: —de
acuerdo si es ése tu deseo iremos allí a pasar el día, le vendrá bien a Rocco—.
Conocían a Luís y a su mujer desde hacía
poco tiempo, sabían algo acerca de él a través de una compañera de trabajo de
Laura, al parecer había tenido problemas en el pasado, pero todos hemos tenido
problemas alguna vez en la vida y no le daban importancia al asunto.
Luís
era en exceso cordial y bondadoso, es cierto que encerraba algún misterio,
actuaba en silencio con frecuencia y de cuando en cuando surgía de él algún
gesto afectado, en extremo correcto, se mostraba encantado con sus amigos, después
de todo era un buen anfitrión, nada en él revelaba violencia, muy al contrario
se mostraba afable y cariñoso. Laura y Miguel le habían acogido siempre con
agrado, y no esperaban ni por lo más remoto que la noche de ese día intrascendente les revelara al fin el misterio.
Su
mujer en cambio era un poco alocada y nerviosa, solía vestirse con ropas y
túnicas de los años sesenta y escuchaba a Bob Dylan constantemente en todas sus
tareas, se había especializado en Educación de niños autistas y siempre estaba
pendiente de su marido, se llamaba Ada.
Era
un frío día de invierno aquel sábado, se abrigaron bien y llevaron a Rocco, su
perro, para que correteara libre por el campo. El trayecto no podía presentarse
más hermoso, poblado de árboles a ambos lados de una carretera secundaria,
llegaron al fin a la casa de sus amigos que ellos no conocían, de piedra y con
enormes portones de madera vieja se hallaba sobre un pequeño montículo desde el
que se divisaba un amplio valle surcado por un río rodeado de un bosque de
álamos.
Brillaba
el sol con intensidad cuando fueron recibidos por su amigo, entraron, se
acomodaron en medio de enormes ventanales, y una estrecha escalera muy empinada
que ascendía hacia el piso superior, tomaron un refresco y Luís muy solícito
les invitó a dar una vuelta por el pueblo para cambiar impresiones y que el
perro se solazara a sus anchas. Después de contemplar la belleza de sus
bosques y caminar por las calles
empedradas del lugar se acercaron a una
tasca en donde les sirvieron unos vinos, unos hombres sorteaban con monedas el
coste de la ronda. Se dirigieron a casa a comer y encontraron a Ada muy ocupada
en la cocina, se sentaron en el porche y pronto pudieron sentir que un hombre
alto y muy fuerte, con unas gafas diminutas, descendía por la estrecha escalera
crujiente, se dirigió a ellos y con una voz ronca y muy profunda les saludó
entusiasmado, el perro corría por los alrededores y se oían algunos ladridos de
contento, Laura estaba callada y ligeramente sonrojada le saludó tímidamente,
el hombre alto y fuerte les comunicó que se encontraba allí como invitado de
Ada y Luís con el fin de acabar de escribir su novela. Había descubierto
parajes de ensueño en la zona, que habían despertado su curiosidad, había
encontrado embrujo y misterio, y señaló a Laura con el dedo como dirigiéndose a
ella, pero Laura que observaba atentamente clavó su mirada sobre su esposo que
estaba atendiendo a Rocco, como pidiéndole ayuda, cuando el escritor comenzó a informarles del argumento de su
novela, una triste historia de un hombre que había asesinado a su primera esposa en un
arrebato de violencia que debió pasar largos años de cárcel y al fin alegando
problemas mentales y se libró así de ,la condena, Laura sintió un leve
estremecimiento, la desolación se hizo presente, la historia era la misma que
había escuchado de labios de su antigua compañera de trabajo, él continuó
relatando los pormenores del relato y así pasaron la tarde.
Ya
la noche se acercaba fulminante, Ada les ofreció una copa de brandy, – ¿os
apetece una copa? –Dijo–, el perro estaba cansado y reposaba sobre la alfombra,
Luís azorado les comentó— no tendréis problemas con el camino de regreso, la
noche está despejada, el escritor se retiró a dormir, y ellos declinaron la
oferta amablemente, extrañaban las dulzuras de su hogar durante el fin de
semana.