EL CAFÉ DE LOS ARTISTAS
Noches
eternas, conversaciones entusiastas, consumiendo bebidas y café, en ese lugar
se daban cita personajes habitantes de la ciudad, con toda clase de inquietudes
y caracteres. Su antigüedad proverbial le hizo famoso, tenía el sabor de los
primeros hippies, de los pintores insignes, muchos ya desaparecidos, de poetas,
de alcohólicos, de homosexuales y músicos, de locos, y de
todo aquel que ante la imposibilidad de serlo podía con un golpe de placer
sentirse durante unas horas representante de la bohemia.
Situado
sobre una pequeña loma al pie de una iglesia contaba con una perspectiva
espléndida y desde allí se podía contemplar el paseo convencional de las gentes
en fin de semana. Muy iluminado, dotado de apliques estratégicamente colocados
y lámparas que colgaban de su techumbre, su luz se reflejaba en un mar de haces
sobre todos los espejos que lo rodeaban de suerte que uno podía sentarse en
cualquier lugar y podía contemplar sin asombro, con la mayor naturalidad la
multiplicidad de seres que entraban y salían o simplemente sentados en su mesa.
Sus paredes contenían innumerables retratos de escritores, de literatos, de
poetas, uno se encontraba allí con Baudelaire, con Artaud, con Henry Miller, con
Pasolini, con bailarinas famosas como Isadora Duncan, con insignes músicos de
jazz y un largo etcétera, de suerte que junto con la música escogida según la
hora del día y de la noche uno podía leer hablar y soñar con entera libertad.
En
ese entorno ligeramente paradisíaco, sin embargo tuvieron lugar acontecimientos
inesperados relacionados con hampones de la ciudad y personas de dudoso
comportamiento, una de esas maravillosas noches entraron en grupo unas personas
que llevaban consigo un perro especialmente bondadoso, como mi persona rezuma perro por los cuatro costados, deduzco que el
animal suelto y confiado se acercó a mí
y comenzó a besuquearme como lo hacen los perros habitualmente a lametazos, muy
furioso su dueño le gritó y no contento con eso introdujo su puño en el gaznate
del animal, ocasionándole la asfixia. El animal cayó al suelo y ante el asombro
de todos los presentes falleció.
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