OCUPAS
Andar y encaminarse de un lado a otro del
planeta es el sino de todos los seres humanos sobre la tierra desde sus
primeros pasos hasta el ocaso de sus días que no siempre ocurre en un lugar
seguro y arropado, escapar a las inclemencias del tiempo, a los altercados
callejeros, refugios en tiempos de guerra, miserias, soledad, melancolía, desde
que el mundo es mundo un habitáculo es lo primero que se construye.
Jaime, Dani y María jóvenes aún eran muy
conscientes de su situación controvertida y comprometida. Los tres amigos
solían reunirse en las primeras horas de la tarde y bebían café, charlaban
con el entusiasmo propio de su edad de sus avatares diarios relacionados con la
convivencia familiar, el arte, los libros que leían, en líneas generales de
todos aquellos intereses que les ocupaban, Dani elaboraba bisutería que vendía
en un mercado, Jaime era pintor y realizaba retratos en la calle de aquellas
personas que se lo encargaban, y María disfrutaba de una beca universitaria y
contaba también con escasos recursos así que vivía en una buhardilla envejecida
por los años que estaba a punto de derrumbarse, su propósito era convertirse en
escritora.
Un día caminando por las calles antiguas de
la ciudad se toparon con una casa situada encima de unos soportales, de estilo
modernista de cuya fachada pendían como por encanto adornos y filigranas que
hacían, en el entorno en que se encontraba, que sobresaliera sobre las demás,
Jaime instruido en el arte y agudo observador quiso que Dani y María se
aproximaran con él con el fin de observarla con detenimiento, es increíble como
la necesidad a veces se hermana con el arte, de cerca la casa parecía
deshabitada y mostraba cierto abandono incluso las arañas habían tejido en ella
sus redes.
Entraron, sin que nadie se lo impidiera y
subieron acompañados de una balaustrada floja e inestable, y al llegar al
primer piso la puerta de entrada de una de las viviendas estaba ligeramente
entornada, entraron y examinaron el entorno con una perfecta distribución de
habitaciones y enyesados en el techo, con columnas rococó llenas de polvo como
todas las demás habitaciones, el silencio era absoluto, pero Jaime que era el
más espontáneo rompió a reír con una sonora carcajada que provocaba el eco en
todo el recinto, Dani sorprendido no salía de su asombro y María la más
juiciosa exclamó: ¡bonito lugar para vivir, es cuestión de asearlo un poco¡
Sin más preámbulos la decisión estaba tomada,
se instalaron cada uno en una habitación junto con sus útiles de trabajo.
Disfrutaron de su suerte durante tres años sin que nadie advirtiera su
presencia al cabo de los cuales sus vidas se dispersaron con violencia lejos de
ése lugar que los hermanaba y enfrentados a sus familias que los hostigaban,
Jaime fue a parar a los pasillos de un psiquiátrico, Dani a los barrotes de una
cárcel y María aún continúa errante por el mundo en busca de cobijo, el techo
de su buhardilla se derrumbó y ya no tiene a sus compañeros de piso para
recogerse, después de muchas vueltas en busca de vivienda, eso sí, todavía vive
para contarlo.
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