jueves, 24 de enero de 2013

RELATO EN LA SOMBRA











RELATO EN LA SOMBRA


Una fresca mañana de verano, la lluvia caía a intervalos breves de tiempo colándose los primeros rayos del sol  iluminando el entramado de calles por los que acostumbraba a perderme deambulando sobre el empedrado abultado y repleto de grietas.
Atravesé una calle estrecha y a mi derecha se encontraba lleno de presagios el marco de una ventana desvencijada y cubierta de óxido su madera vieja e irregular, el fondo era oscuro y nadie se asomaba en ella, justo pegada a ella estaba la puerta de entrada también gastada e irregular, unos pasos más adelante sobre un banco de piedra iluminado por el sol y húmedo descansaba un anciano con una mano sobre otra, apoyadas ambas en una cachaba, su mirada perdida en el vacío en actitud de espera, ignoraba toda presencia incluso la mía que se sentó a su lado observando el momento del día y lamentando la ausencia de una cámara que detuviera el instante. En ese tiempo saltó a la calle desde la puerta desvencijada un hombre esbelto, muy  delgado con una mirada joven, brillante y encantadora y paso decidido portando sobre su hombro una bandolera de tela raída.
 La mente va y viene del pasado al presente y raras veces puede prever qué nuevos aconteceres nos esperan, sumida entre esas primeras impresiones de un día inesperado y azaroso, recordé un  breve relato escrito en francés cuyo título es “La Promeneuse et le danseur” y comprobé que estaba evocando un sueño. Pocos días después abrumada por el choque del tiempo quise investigar sobre el lugar, el anciano que esperaba su final   había danzado en su juventud, el marco de la ventana conservaba su infinita mirada y al advertir mi presencia  sin apartar su mirada fija, me dijo: “danzamos y danzamos y nunca sabemos lo que nos espera”, me levanté, proseguí mi camino, miraba hacia el sol brillante y me dejaba mojar por la lluvia intermitente en esa mañana de contrastes, así llegué al duro asfalto con el relato evocado en mi mente, al llegar a mi casa busqué con afán el relato, escrito a máquina, comprobé la fecha y había sido creado cincuenta años atrás, en los que conocí a un joven brillante y decidido que se dedicaba a la danza profesional, ahora con la mirada perdida descanso con frecuencia en el mismo banco que asistió al nacimiento de esta historia.   

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