viernes, 22 de marzo de 2013

TELA DE ARAÑA






“Me intereso en el lenguaje porque,  me hiere o me seduce”
Roland Barthes

TELA DE ARAÑA
Anoche mientras dormía un ferviente deseo erótico crecía en mi interior en el transcurso de un sueño. Vi por un instante a un hombre frente a un texto intrincado escrito en caracteres muy  antiguos de diminuto formato.
 Encerrado en una habitación de la que salía inquieto de vez en cuando en busca de alguna referencia, de algún diccionario o autor cuidadosamente guardados en el depósito de libros. Salía apresurado pero siempre regresaba reflexivo y cabizbajo, y volvía a sentarse frente al texto con la esperanza ciega de que en algún momento se iluminaran sus ojos, mientras tanto encontraba numerosos obstáculos que con frecuencia nublaban su vista y lo abatían con una intensidad solo comparable a su paciencia, poco a poco resolvía algún escollo, no hablaba con nadie y en completo silencio proseguía su actividad frenética, la hoja en la que trabajaba, despedía por momentos un aire divino casi místico que le mantuvo quieto largas horas, pasó un día entero en busca de la exacta grafía de una vocal que lo mismo podía ser una u que una o. Poco le importaba el tiempo en esos momentos, solo el texto frente a él era objeto de su deseo, pasaron innumerables minutos por su reloj  y  apenas reparaba en ellos, –tal vez una huida de la muerte, un amor desmesurado bañado por un deseo infinito le hacían presentar una batalla al tiempo con sus dos únicas herramientas: el lápiz y el texto–.
Un día muy de mañana, lo encontraron sus compañeros dormido con la cabeza  recostada  sobre su hoja y cuando lo despertaron musitó adormilado —ya lo he resuelto.
En ese momento llegó el jefe del departamento, incrédulo, contempló la hoja en donde había dibujado minuciosamente un caligrama que contenía las palabras con la forma de  anagramas ensartados en una gran tela de araña,  trastocadas, formaban una red perfecta que indicaba la resolución del  texto y que solo el tiempo empleado en ellas sería capaz de descifrar.

De: Claros y sombras
Mercedes Vicente González

No hay comentarios:

Publicar un comentario