La
tarde se acerca y los últimos rayos del sol reverberan contra los cristales de
un auto que continua su trayecto de kilómetros hasta llegar a una gasolinera con una posada símbolo de descanso para
muchos camioneros que en mucho tiempo no
han conocido el sueño.
Después
de dejar el tiempo atrás, pues cada paso en la carretera supone tiempo
abandonado para llegar a un páramo con una gasolinera y una fonda en la que
dormir una noche y como tantas, sumergirse
en la sombras nocturnas.
Transcurre
la noche sin altibajos, los justos para despertar y pararse a pensar en el
sueño.
Largos
caminos que abocan en ese placentero descanso para llegar a la tierra más alejada, profundo
sueño que desvela presagios del porvenir, una guerra cruel se abate sobre
nuestros sentidos, ella despertó dos veces en el transcurso de la noche, forzó
sus ojos prietos y contempló un espejo a oscuras, eran tiempos pretéritos, era
la guerra civil que volvía y una explosión tuvo lugar en su ventana cuando los
pájaros cantan y se anuncia un nuevo día lleno de venturas. Un espejo ciego le
reveló su ser más recóndito, es el
espejo del mundo, simplemente una explosión, los perros fueron liberados de sus
cadenas para continuar su paseo habitual, el empleado de la gasolinera les
anunció las acostumbradas reseñas de una ciudad durmiente, aún entre las
sombras de la noche, los amigos llegaron a la gran ciudad con el resabio del
trayecto indeterminado de sus vidas , una noche, una noche ha bastado para
reflejar el espejo de los sueños
malogrados inesperados y fútiles , ¡señores la guerra ha comenzado! y nosotros
nada sabemos de artillería y otras habilidades del ejército de turno, pero la
guerra continua.
Se
levantó de la cama y se miró en el espejo, era una sombra macilenta del pasado,
era un rastro a seguir en un momento en el cual los rostros son la viva imagen
de la muerte.
De: Silencios en Otoño.
De: Silencios en Otoño.
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