LA FIGURA DEL OLVIDO
...pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa te desgarra
y te puede matar una guitarra.
J.
L. Borges
Una figura brillante se me
apareció en sueños esta mañana, era muy esbelta y hermosa. Envuelta en mi
memoria, contemplé con tristeza mi desventura.
—Es la hora de despertar–
me dije, ya la figura blanca hace acto de presencia.
Lejos, de la ciudad que
todo lo engulle sin piedad, caí entonces, en la cuenta, ella viene a buscarme,
ella viene a salvarme…
Corrí hacia la figura con
premura, me acogió con agrado entre sus brazos y comprendí de pronto que nada
en mi memoria estaba olvidado y debía contarlo, para así alejar un poco de mí
su peso.
Ya no recorreré las viejas
calles, que me están esperando para lacerarme aún más en mi desdicha, con el
recuerdo siempre presente, de su desdén, que encadena al visitante y lo
arrastra hacia la ignominia.
Vi como se alejaban en ese
momento otras figuras, de antaño, con sus espejos, y sus reflejos, con sus
maravillosos cristales de bohemia, las cartas encerradas, los mensajes
soterrados, otros despertares, las luces y las sombras, los rastros
silenciosos, las preguntas sin respuesta, los sueños de otro tiempo, los años,
el tiempo que se impone altivo, la muerte que espera, la miseria, la derrota,
la locura, los muertos del pasado.
En un torbellino de palabras, están ahí
escritos, esos recuerdos, sin que nadie venga a rescatarlos.
La hermosa figura me abrió
el paso y me invitó solícita a entrar en su seno, –entrégame la clave del
olvido, —le dije, —todavía no es tiempo–, me respondió.
Mientras tanto en el
presente, sopesaba la idea de visitar la ciudad, en la que con toda certeza,
hay una lid encarnizada, entre la sombra y la Quimera que por el momento me
resisto a presenciar, consciente de los peligros que la acechan, soy una
perdedora solitaria y me gusta esa condición, soy una superviviente… es y será
siempre la ciudad de las sombras y a mí me complace la luz de la Quimera.
Nuevos sueños, nuevas
esperanzas, nuevas figuras que me excluyen como siempre del abismo en que se
encuentran, ya los fantasmas del pasado, cansados de hurgar en mi memoria sin
otra respuesta que la que ya está escrita, aparecen en el tiempo.
De este modo el nuevo
sueño que me ha visitado hoy mientras dormía, me ha avisado: “Todo está
dispuesto”, “se hace tarde”… vi entonces, con espanto, el paso del tiempo
implacable.
Me desperté muy relajada,
libre del peso del pasado, y alegre, con la hermosa y esperanzadora figura
brillante del nuevo sueño, ante mis ojos, y sentí de pronto, que todavía los
recuerdos se agarran con fuerza y no se desvanecen, insisten transformados en los
sueños del presente, que tanto me confortan y me alejan de la muerte.
Algo me dice que aún no es
la hora del olvido, pensé. Contemplé la figura que se alejaba llevándose en su
seno mis relatos ya impresos y me dispuse a comenzar una nueva aventura en este
tiempo que me aleja y me acerca cada vez más a mis fantasmas, siempre a través,
de la conciencia de las palabras.
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