El relato
de un sueño
La
amistad significa buenas maneras, amabilidad, constancia en el afecto. Los
amigos que se gritan rara vez continúan siéndolo. Los maridos y mujeres que se
gritan suelen seguir casados; a veces felizmente casados".
Texto extraído del libro "Aquí y ahora-Cartas 2008-2011"
Paul Auster
Nada
le aterraba tanto como enfrentarse a una página en blanco, como una noche sin
sueños y el triste amanecer de un día nublado. Aquellos días para él
representaban el vacío y la desesperanza. Vagaba por parques y calles sin rumbo en espera de
encontrar algo que le llenara de estímulo para poder continuar su novela que en
esos momentos no avanzaba y necesitaba dinero. Bebía alcohol en los bares para
calmarse y encontrar algún resorte que lo hiciera reaccionar. Una noche tuvo
suerte y encontró a una vieja amiga de juventud encantadora con la que compartió unas copas y los dos
charlaban y reían amigablemente
intercambiando impresiones. Muy amable ella le invitó a pasar unos días en su
casa en la que se encontraba muy bien instalada y gozaba de un entorno
privilegiado, cercana a la ciudad, estaba rodeada de árboles y acompañada del susurro de un mar tranquilo a
sus pies. Él aceptó gustoso y se fue muy ilusionado a su casa dispuesto a
preparar el viaje para lo cual debía dejar las cosas bien ordenadas y los
libros bien recogidos en cajas por causa de la humedad y de su ausencia
indefinida.
Esa
noche durmió bien y soñó con las delicias que le esperaban.
Poco
tiempo después cuando llegó a la casa de su amiga se quedó maravillado de la
buena disposición de las cosas y los encantos de su habitante, le contó cuáles
eran sus planes en espera de alguna inspiración para terminar su trabajo, ella
comprendió enseguida que su invitado sobre todo necesitaba soledad y un cambio
de ambiente, le ofreció su casa por el tiempo que necesitara pues iba a
trasladarse a la ciudad de sus padres en los próximos días y la casa quedaría a
su entera disposición.
Hablaron
de su modo de dormir, de sus sueños… y los dos estaban de acuerdo en que no se
puede vivir sin sueños.
–Yo,
–dijo él– suelo soñar siempre las mismas cosas, que mis libros están encerrados
en cajas que no puedo abrir… que alguien lee ante mí algún libro de mi
propiedad y me lo ha arrebatado… que me dispongo a escribir y la página
permanece en blanco durante horas… que un texto que estoy leyendo se deshace en
cenizas entre mis manos, imágenes de
escritores que conozco bien me hablan en sueños… y rara vez sueño otras cosas
diferentes, pero siempre cuando me despierto acudo a mi despacho a contemplar que en realidad todo ha sido un sueño.
–Ella
reía cándidamente, su amigo le inspiraba una gran ternura–, y añadió que solía
tener sueños eróticos como la mayoría de la gente y que tal vez sus sueños se debieran a algún tipo de
obsesión, por eso mismo un cambio de aires les cambiaría el rumbo y como el
lugar era muy silencioso su modo de dormir sería profundo y sin sobresaltos.
A
la mañana siguiente desayunaron y ella le preguntó cómo había dormido y si sus
sueños le habían visitado. Él todavía perplejo por el sueño que le había
visitado esa noche, se lo relató fielmente:
– Una noche cerrada de invierno vi como
caminabas delante de mí y quise alcanzarte, cada vez que daba un paso en lugar
de avanzar retrocedía, lo intentaba con desesperación y no lograba más que
retrasar mi avance, tú hiciste un alto en el camino y entraste en una casa muy
iluminada, me tranquilicé por un momento
pensando que tarde o temprano llegaría a encontrarte en ese lugar, angustiado
por el paso del tiempo que transcurría con atrocidad, imaginé que no llegaría
antes de que decidieras ir a dormir y por nada del mundo quería molestarte,
cuando desapareciste en perspectiva noté que ya mis pasos avanzaban muy deprisa
y cuando por fin logré llegar a la casa iluminada y te tomé de las manos
contemplé con espanto que las líneas de mis manos se habían borrado y aparecían
muy blancas, lisas y deformes, tú no reparaste en ello y me hiciste pasar al interior
en donde encontré sobre tu mesa de trabajo el libro que estaba escribiendo, en ese
momento, con mis manos temblorosas lo abrí y estaba maravillosamente editado y dispuesto,
llenas sus páginas de imágenes y letra impresa, más tranquilo y muy agradecido te
tendí de nuevo mis manos que en ese preciso instante habían vuelto a la normalidad.
De: Claros y Sombras
Mercedes Vicente González
De: Claros y Sombras
Mercedes Vicente González
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