DUELO
DE TITANES
Science
sans conscience n´est qu´une ruine de l´âme
En
un mundo en el que la cultura brilla por su ausencia, cualquier entusiasta
aparece ante los ojos de los demás como un genio.
Nunca
olvidaré aquel encuentro, eran dos, las personas que a lo largo de los
años me habían informado con profusión, de infinitas teorías sobre la
existencia y sobre la redención y la acción política, sazonado todo con un
entusiasmo poco común por la cultura, que abarcaba todos sus aspectos, en
especial la música y la literatura, que ellos acompañaban siempre de gran
erudición y frases resonantes.
Cada
uno de ellos por separado, presentaba muchas cosas en común, los dos tenían
gran audiencia entre otros seres no menos entusiastas que en su presencia asentían
continuamente. Lo que en condiciones normales podría ser creativo y divertido
se convertía en ellos, en algo cada vez más farragoso, a medida que la
audiencia aumentaba.
Llamaba
la atención su amor por la belleza de la que carecían por completo y se volvían
diletantes en sus observaciones y comentarios frecuentes sobre ella. Eran
además el centro de atención, allá por donde pisaban y sus discursos enseguida
se volvían monólogos, como oradores impenitentes, con inflexiones de voz muy
frecuentes y gestos muy estudiados que centraban la atención del oyente,
cada vez más y más…
Eran
también dos seres muy conflictivos y violentos, los dos eran muy vehementes, la
única diferencia era, que el uno se entusiasmaba con la filosofía y el otro con
las matemáticas y los dos deseaban una revolución política que adornaban
hábilmente con datos y más datos de la Historia, entendida ,como es natural, a
su manera. La demagogia y la retórica eran sus armas más usuales.
Un
día coincidieron ambos en la casa de uno de ellos, y tuvo lugar "un duelo
de titanes", haciendo gala de una cultura basada en la mención de
muchos y amontonados nombres y tan superficial que inducía a risa.
Y…
en medio de un uso de la retórica abusivo... el uno dijo al otro,
contemplando su reflejo: ¡Aaaah¡ ¡mira, uno, que sabe tanto como yo¡ exclamó
sorprendido... Confundido el otro, y muy incómodo, con la feliz coincidencia,
salió de la habitación avergonzado, con una mueca de desagrado….
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