martes, 26 de febrero de 2013










DUELO DE TITANES

Science sans conscience n´est qu´une ruine de l´âme

En un mundo en el que la cultura brilla por su ausencia, cualquier entusiasta aparece ante  los ojos de los demás como un genio.
Nunca olvidaré aquel encuentro, eran dos, las personas que a lo  largo de los años me habían informado con profusión, de infinitas teorías sobre la existencia y sobre la redención y la acción política, sazonado todo con un entusiasmo poco común por la cultura, que abarcaba  todos sus aspectos, en especial la música y la literatura, que ellos acompañaban siempre de gran erudición y frases resonantes.
Cada uno de ellos por separado, presentaba muchas cosas en común, los dos tenían gran audiencia entre otros seres no menos entusiastas que en su presencia asentían continuamente. Lo que en condiciones normales podría ser creativo y divertido se convertía en ellos, en algo cada vez más farragoso, a medida que la audiencia aumentaba.
 Llamaba la atención su amor por la belleza de la que carecían por completo y se volvían diletantes en sus observaciones y comentarios frecuentes sobre ella. Eran además el centro de atención, allá por donde pisaban y sus discursos enseguida se volvían monólogos, como oradores impenitentes, con inflexiones de voz muy frecuentes y  gestos muy estudiados que centraban la atención del oyente, cada vez más  y más…
Eran también dos seres muy conflictivos y violentos, los dos eran muy vehementes, la única diferencia era, que el uno se entusiasmaba con la filosofía y el otro con las matemáticas y los dos deseaban una revolución política que adornaban hábilmente con datos y más datos de la Historia, entendida ,como es natural, a su manera. La demagogia y la retórica eran sus armas más usuales.
Un día coincidieron ambos en la casa de uno de ellos, y tuvo lugar "un duelo de titanes", haciendo gala de una cultura basada en la mención de muchos  y amontonados nombres  y tan superficial que inducía a risa.
Y…  en medio de un uso de la retórica abusivo... el uno dijo al otro, contemplando su reflejo: ¡Aaaah¡ ¡mira, uno, que sabe tanto como yo¡ exclamó sorprendido... Confundido el otro, y muy incómodo, con la feliz coincidencia, salió de la habitación avergonzado, con una mueca de desagrado….   

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