COSAS SIN IMPORTANCIA
Amar duele. Es como entregarse a ser
desollado y saber que en cualquier momento la otra persona podría irse
llevándose tu piel. (Susan Sontag).
Me está gustando esta música ¿Sabes? Dijo– él
que estaba sentado en su butaca con un libro en las manos, mientras tanto ella
trajinaba sin parar por la casa, para cumplir con todas las tareas que
acostumbraba a anotar todos los días antes de irse a la cama.
De
once a doce de la noche hacían el amor como un hábito más, sin mirarse
siquiera, se levantaba temprano y ponía el televisor que la acompañaba como su
más fiel compañía y única música de fondo.
Ese
día estaba impaciente, su mejor amiga y vecina la había advertido de los
peligros que corría con su dieta y las medidas tan drásticas que había tomado
para adelgazar, se encontró con el obstáculo habitual, su marido estaba leyendo
en un rincón y escuchando música celestial, –sí, —comentó ella con desgana, —parece
que anuncia la primavera… y al mismo tiempo se asomó por la ventana, — ¿Qué
libro estás leyendo? —le preguntó con precaución, ¡ah! respondió él— levantando
la vista de soslayo, cosas sin importancia, sólo son pequeñas historias
locales, —y… ¿no contienen vampiros y fantasmas, como acostumbras?—no, contestó
él incómodo, son historias cotidianas, bien podría tratarse de nosotros. Bien,
— dijo ella más tranquila, entonces ¿puedo encender el televisor, para ver las
noticias? Bueno —se resignó él, aturdido por el rugir del aspirador, —como
quieras, — ¿de verdad no te importa? …Él, impaciente, con tan abrumadora
actividad, posó el libro en el suelo y se dispuso a salir a dar una vuelta por
el barrio, el día se presentaba gris esa mañana y estaba apesadumbrado, cuando
encontró a la vecina amiga de su mujer cargada con bolsas del supermercado,
después de saludarle, con el rostro enrojecido por la emoción, le
preguntó, — ¿Cómo está tu mujer? Bien, bien —contestó apresurado, la he dejado
en casa viendo las noticias, la vecina que andaba todo el día por la calle y
estaba enterada de todo, le anunció que corría la noticia por el barrio de un
hecho desgraciado, muy interesado le preguntó —y ¿de qué se trata?— —¿aún no lo
sabes?— muy alterada le contó: “ha salido en la televisión, son historias para
no dormir, ya sabes, de ésas que tratan de vampiros y de fantasmas, se ha
descubierto a un hombre que vende pócimas para adelgazar que han provocado
alucinaciones en quienes las compraron".
A él
poco le importaban los chismes de la vecina, pero esta vez se mostró
preocupado, una mujer había dado muerte a su marido presa de una
alucinación creyéndolo un vampiro y como su mujer estaba obsesionada
con su dieta, tanta agitación en los últimos días, le hizo sospechar.
Rápidamente se encaminó a su casa en donde encontró a su mujer
desvanecida frente al televisor con una enorme herida en el cuello, sin
duda provocada por alguno de sus fantasmas.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario