miércoles, 22 de junio de 2011

PRESAGIO

PRESAGIO

El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona

Acabada la clase salimos todos al descanso para ir a tomar un café, entonces, un hombre misterioso comenzó a perseguirme escaleras abajo a toda prisa y en medio de un tumulto de gente con libros y que hablaba en voz muy alta. Ofuscada, llegué a la calle y emprendí el camino hacia mi casa sin saber muy bien a qué venía  el suceso. No le di más importancia y continué mi vida como si tal cosa pero al día siguiente… cosas del azar, me vi arrastrada al departamento donde me esperaba una compañera que quería entregarme un  ejemplar de Tácito a quien estaba traduciendo en esos momentos.
 Un revuelo de papeles se levantó en el momento de nuestra entrada, las cosas se movían como mágicas en el interior, un grupo de personas comentaban en pie unos papiros extendidos, cruzó el lugar un hombre joven desde el fondo del departamento contiguo  y a su paso cayeron unas planchas metálicas que hicieron un ruido estrepitoso y que obligó a salir de sus habitaciones a otros compañeros para ver lo que pasaba… apresurados, todos corrieron a su encuentro.
 Mi compañera y yo nos habíamos instalado en el fondo dispuestas a traducir, entre risas, comentabamos lo sucedido y de pronto apareció por la puerta el individuo que me había perseguido escaleras abajo, se hizo el silencio, todos giraron sus cabezas para prestarle atención…… debía de ser una persona notable en el medio. Como si no pasara nada, nosotras continuábamos con nuestras cosas y salíamos de vez en cuando al descansillo para refrescarnos, hacía un calor sofocante dentro, la calefacción estaba muy alta.
Al cabo de una hora mi compañera se despidió de mí porque tenía que hacer unas cosas y me dejó sola ante el peligro, el hombre iba y venía constantemente cruzando todo el recinto,  debía de  tener algún tipo de autoridad porque todos callaban a su paso, yo me temía lo de siempre, la persecución escaleras abajo hasta la puerta de la calle  a toda prisa y cada día más vehemente.
 Estó sucedió muchos días seguidos; no hay nada más intrigante que una persecución, muchas películas se han rodado con ese pretexto, y también ha  sido causa de muchas enfermedades mentales, así que tenía motivos más que suficientes para preocuparme, dejé pasar  el tiempo y me acostumbré a  ella  sin decir nada al respecto hasta que un día... el hombre, con un gesto muy exaltado me alcanzó y me dijo anhelante: ¡Lo interesante es lo raro¡, encaminé mis pasos hacia mi casa y continué traduciendo a Tácito…

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