LIBERTAD 8
Los individuos y las cosas existen en cuanto participan de la especie que los incluye, que es su realidad permanente. Tesis platónica
La calle de la Libertad se encuentra ubicada en pleno centro de la capital, en ella confluyen la calle de las Infantas y la de Fernando VI en el corazón del barrio de Chueca.
En esta zona tan carismática convivían gentes de muy variado origen y carácter, intelectuales, homosexuales y travestis, artistas, gentes que se alejan de los tópicos al uso que hoy por hoy continuan siendo consideradas marginales.
Desde el tren que tenía su llegada a las dieciocho y treinta, de una tarde soleada y presurosa, yo imaginaba un entorno más barriobajero y sórdido. Pero no fue así, cargada con mi equipaje llegué y me dirigí a una calle que encontré por fortuna hacendosa y muy movida en su ajetreo cotidiano, tuve que subir muchas escaleras cargada con mi equipaje que en principio estaba concebido para pocos días, se escuchaban las notas balbucientes de un piano en el trayecto hacia arriba, pasé por un piso en el que figuraba un cartel en el que ponía bien claro ”Clases de Danza”, por fin llegué a un habitáculo irregular que se hacía llamar casa, (así por lo menos lo indicaba el precio de su alquiler),cansada por el viaje, y jadeante por la carga, llamé y esperé respuesta, a mi llamada acudió solícito un ser en extremo delicado y amable en traje de yudo, que me había enviado una carta reclamo en la que se despedía con un Love… nos saludamos cortesmente y me mostró entre risas, con gestos horizontales y verticales las diminutas dimensiones del habitáculo que a duras penas podía albergar a un ser humano.—Esto es provisional, me dijo, pero las cosas cambiarán en pocos días, ahora voy a enseñarte la zona...
Caminaba a su lado con la certidumbre de que ese era mi lugar de destino, contemplábamos el cielo que se abría en un maravilloso atardecer, vi muchas placitas en la calle que estaba poblada de baruchos y tascas, ese lugar desembocaba en una plaza que de vez en cuando se convertía en un famoso circo, los personajes que nos salían al paso nos saludaban amablemente…pero no, mi destino era otro, tres calles más abajo. Una mañana de domingo en la que todo está desierto y el olor a churros calientes invade todos los ámbitos, nos dirigimos a otra casa que a semejanza de la anterior estaba en un piso muy alto y sin ascensor, a través de unas escaleras muy estrechas que empezaban ya a acongojarme, llegamos, esta era más amplia y abuhardillada, y en ella todo estaba nuevo, como recien pintada.
Los días pasaban y yo permanecía en medio de ese laberinto de calles, en una de ellas que llevaba por nombre Libertad que era larga y estrecha, transversal… allí pasaban muchas cosas poco comunes, y me introduje en ellas vagando sin cesar, llegué a conocer el lugar a la perfección, el ambiente era libre y la atmósfera se respiraba seca y dulce, como sucede en primavera, no me faltaban libros porque por aquella zona son frecuentes las librerías: “Auto de Fe”, “Las Bellas Banderas” “Escritos Corsarios” “El Caos” "Poemas en forma de rosa"… Bergamín y Gabriel Miró, y muchos más me acompañaban en ese tiempo, hubo en fin mucho movimiento, elecciones…, oposiciones…, la RAE…, y demás cargos públicos que en aquellos días cambiaban su puesto incesantemente, llegaron las fiestas de Navidad y todavía permanecía en ese lugar con la única compañía de mis libros y el vagar solitario por esas calles, el día de Reyes, vino a visitarme el yudoka mencionado y me entregó un regalo de parte de un “Rey Majo”… una ranita saltarina que aún brinca entre mis libros reclamando su regreso… … …
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