SUEÑO
ETERNO
El
silencio redondo de la noche.
El silencio redondo de la
noche
Sobre el pentagrama
Del infinito
Federico
García Lorca
La
fuerza de la costumbre hace el sueño aún más pertinaz para mí que siempre
habito en el otro lado, el lado de las sombras y a la luz del día se crece y se
magnifica como quimera que es, frente a lo que no es y crece con los años en
busca de su identidad anulada y proscrita, es el sueño de lo posible, es el sueño en el vacío, es eso que se va y
vuelve cada año de una vida que se va consumiendo y apagando y que permanece
luminoso y nítido como entre nubes surcadas a duras penas por los rayos del sol.
Dulce
sueño que me acompaña todas las noches
con la pena de perderlo en el despertar evanescente, y brutal la luz del día
lo hunde en la realidad de su ausencia, entre robar y soñar elegí el sueño
reparador en el que apareces con toda tu presencia, la mejor prueba de que existes y vives, y tus
palabras brillan en la oscuridad como astros azules, no conozco tu voz, ¡qué
difícil es imaginar una voz que no se ha escuchado nunca más que en silencio!,
diálogos de sombras me estremecen el alma y entreveran mis párpados de
nostalgias calladas y serenas, llegan con esperanzas ajenas y se desploman en
mi mente, hacen que la luz eterna del sol me adormezca durante el día hasta
encontrarte lejos de lo palpable en medio de un deseo impotente, inerme, y
desolado.
No
tienes nombre, tienes imágenes, no tienes voz, solo silencio, llega un dolor
lacerante de lejos, es preferible sentir una inmensa mentira que esa cruel
realidad capaz de traspasar los fantasmas de la noche, los hilos de su tejido
tiemblan de pena, se muere el día y la noche despierta los sonidos, las
imágenes cantan la misma canción de siempre, es la melancolía del amor no
consumado, es la eternidad infinita, el
caudal del río de la desdicha, ese saberse solo en la orilla, como riberas
teñidas de rojo al atardecer sobre piedras doradas y cansadas a golpes de sol y
de luna.
Sin nombre escucho tu latido nocturno que
azota los miembros durante el día desamparado y ciego, no quiero romper con mi
silencio el suave rumor de tus palabras, no, no
tienes nombre solo eres un sueño pero ¡qué sueño!
Pintura:
Nolde
Mar.
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