domingo, 12 de enero de 2014

LA VIEJA CABAÑA










LA VIEJA CABAÑA


Hay soledades
en las que miras solo con un ojo y miras solo sal.
Hay momentos de frío
en los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas.
Hay momentos de gravedad
en los que sientes que has caído ya entre los que caen.
Hay silencios
que debes expresarlos tú, ¡precisamente tú!

Vladimír Holan.
 Poema: Hay

Dolor inasible, pesadumbre de días desesperanzados, el recuerdo de la niñez violado, días lejanos que marcaron a sangre y fuego el vacío venidero y hoy en lontananza regresa aquella luz insólita cargada de presagios.
 Un país en la ruina, esa misma soberbia enhiesta y absoluta que hunde en la pobreza y el desahucio a miles de seres que conmigo han caído en la derrota, aquello que iluminaba aquellos días de transición regresa y golpea con fuerza un presente desolado, idéntico vacío que en los años jóvenes y se extiende en el abismo de la ceguera y la hambruna, adiós a la historia de la guerra, historia ya es pasado y los hechos se prorrogan pertinaces en la actualidad de la vida, laceran el alma de un paisano común empobrecido y solo, y la mente rompe barreras impuestas desde antaño y como antaño florecen esperanzados los artífices de su misma historia los hombres que sueñan, inventan otras tierras, otras hambres, otro paisaje coloreado  y sabio, una y otra vez la guerra asola y diezma el alma de los muertos.
¿Por qué siempre vuelve?, pasan años, pasan lunas, pasan amores , pasan y pasan los días y surgen retazos de vida en penumbra, de rayos de sol oblicuos y directos que se estampan contra un lecho-catre que a duras penas se sostiene sobre un somier desvencijado y un colchón de lana añeja y apelmazada, cuatro libros en las estanterías vacías y el alma repleta de anhelos, la música se expande por todos los rincones, el blanco de las paredes brilla intenso con las primeras luces de la primavera, los poemas saltan del corazón al cerebro tamizándose como alimento que recorre la sangre desde el estómago a través de todos sus miembros.
 Allí aferrada a la nada, los sueños surcaban la realidad en cada paso, en cada esquina, en cada mirada, una huida hacia el pasado dentro de la historia, vueltas hacia los anaqueles de cada librería, el ansia insaciable de más alimento en el que zambullir su mirada perdida y etérea, lejos las imágenes perdidas, lejos las cuatro paredes angustiosas del habitáculo familiar en donde la intimidad era un castigo y la luz el esfuerzo inútil y acabado en  la falta de horizonte, ¿Por qué siempre vuelve con la misma perspectiva inabarcable? Una guarida, una choza, miseria material y sin embargo ¡qué inmensa riqueza para los sentidos!, ¡qué libertad soñada!
 Al atardecer el bosque se llena de sombras, en el estanque se recogen los patos junto a las piedras sobre el limo húmedo y extienden las alas del sueño, el camino empedrado brilla plateado con golpes de luna, deambular en medio de la noche al abrigo de un único anhelo, llegar a la cálida  choza al amor de la lumbre y las velas y prolongar el vago silencio del tiempo en las páginas de un libro  hasta la alborada. ¿Por qué siempre regresan aquellos intensos momentos, retazos de vida, que bullen y saltan, se regocijan y claman sin otra identidad que la suya?


Piet Mondrian 1872-1944
Nistelrode

Netherlands